Comparar las causas de la violencia para privilegiar a un sexo sobre el otro en la lucha contra este problema social es, innegablemente, un discurso de inequidad y exclusión. Otra cosa sería distinguir las causas para desarrollar estrategias efectivas contra las diversas manifestaciones de la violencia que afectan tanto a mujeres como a hombres. Eso sí es equidad e inclusión.
Contradictoriamente, algunos de los sectores que se han autoproclamado portaestandartes de la defensa de la equidad y que en sus manifestaciones gritan consignas acusando al Estado de “macho violador”, son los mismos que ahora pretenden servirse del Gobierno que vilipendian para reclamar que se privilegie a las mujeres sobre los hombres en la lucha contra la violencia.
No hay duda que combatir la violencia contra las mujeres es un asunto urgente, pero también lo es combatir la violencia contra los hombres. Afirmar que ambas vidas tienen el mismo valor, lejos de “invisibilizar” un problema particular o a un grupo, es visibilizarlos a todos.
¿Qué justifica privilegiar a las mujeres en la lucha contra la violencia? ¿Por qué es más importante combatir las causas por las que asesinan mujeres que las causas por las cuales asesinan hombres? ¿Por qué las 9 muertes que, hasta el 30 de septiembre del corriente, se atribuyen a la violencia entre pareja son más deleznable que los 78 casos de asesinatos de hombres en situaciones de venganza o rencillas? ¿Y qué pasa con los 159 hombres y las 4 mujeres muertos por el trasiego de drogas, las 2 mujeres muertas en incidentes de robo, las 3 asesinadas en medio de peleas o discusiones y las 9 en circunstancias de venganza o rencillas? ¿Y qué pasa también con los hombres asesinados por sus parejas mujeres, e incluso, con las mujeres en relaciones lésbicas violentadas por sus parejas? ¿Acaso todas esas manifestaciones de violencia no indignan por igual? Y si indignan por igual, ¿qué justifica un estado de emergencia para atender solamente la violencia a las mujeres por parte de sus parejas hombres?
Si el aspecto numérico, es decir, la cantidad de víctimas por tipo de violencia, no es el argumento justificante para solicitar el estado de emergencia -si lo fuera, lo obvio sería declararlo por el trasiego de drogas, siendo este el móvil principal de violencia en el País-, me queda concluir que les queda una cosa: la ideología. Esto es, el sostenimiento del paradigma de la Ideología de Género que se erige sobre el presupuesto de una relación de conflicto entre los hombres y las mujeres.
Lamentablemente, algunos, en el afán de adelantar sus agendas ideológicas pretenden utilizar el Gobierno para, a través del ofrecimiento de adiestramientos pagados con fondos públicos, adoctrinar a la ciudadanía en Ideología de Género. Ni siquiera se trata de algo novel, sino de la importación de los proyectos sociales fracasados en otros países, como España y Argentina, donde llevan décadas implementando políticas de género que en nada han ayudado a combatir la violencia contra la mujer.
Creo que, si genuinamente el objetivo es combatir la violencia, no debería haber obstáculos para articular una propuesta libre de consideraciones ideológicas que realmente sea efectiva y nos ayude a construir una cultura de vida y paz. Para esto, se requiere honestidad, desprendimiento y colaboración.
Pocas son las verdades absolutas, esta es una: Toda vida humana tiene el mismo valor.